¡Que no me pongas cascabel!
Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno.
Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!
La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come.
Come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.
Hola. Tengo hambre. ¡Saca la manduca! ¡Saca la manduca ya! ¡No pongas esa porquería en mi comida! ¡Maldito seas! Arruinaste mi pitanza. Quiero salir. Quiero entrar. No me metas a la bañera. Me lavo solo. Me lavo a lengüetazos. Vete de aquí. Este es mi sitio. Este es mi sofá. Cazo polillas. Cazo los conejitos de Conchita. Te he dejado uno en tu mesa. Hay otro trozo a la cocina. Me gusta trepar arboles. Me gusta trepar cortinas. Acaríciame la cabeza. No me toques la barriguita. Esto está mojado! Me encanta correr: del sofá a la biblioteca, de la biblioteca sobre la mesa, de la mesa al recibidor, y de nuevo... Quiero dormir en tus brazos. Me aburro. Tengo hambre. ¡Saca la manduca! ¡Saca la manduca ya!